Redacción
-El escritor salmantino recibió el reconocimiento Itacatl 2021 que le valió la publicación de Preludio del alba, su segundo libro de poemas.
Originario de Salamanca, Jesús ha vivido buena parte de su vida en la Ciudad de México, y también ha pasado temporadas en otros lugares. Durante la pandemia ha vivido en Guanajuato y Morelos. Estas experiencias viajeras se ven reflejadas en sus dos poemarios: Memoria itinerante (2019) y Preludio del alba (2021).
La memoria es el vehículo principal de los dos poemarios. Es una memoria poética, lo cual implica que contenga muchos artificios, mentiras pues, pero que intentan dar una versión original de las cosas, dice el también docente del Tecnológico de Monterrey, la Universidad Iberoamericana y la Escuela de Diseño del INBAL.
¿La memoria contiene mentiras?
Por supuesto. Si nos confiamos de nuestros recuerdos tenemos que asumir que son tramposos. Uno no recuerda las cosas como fueron sino como las interpreta. Casi siempre teñimos las evocaciones de imaginación. Y esa es un poco la «tesis» de Memoria itinerante, que inventamos el pasado. Es lo opuesto a un relato histórico.
En tu libro hay un lugar importante para diferentes etapas de la vida: la infancia, la adolescencia, la adultez…
Sí, es un recorrido por diferentes momentos. Algunos amigos de la infancia y familiares me han hecho ver cómo se reconocen en ciertos textos. Luego están las evocaciones de los ausentes. Aparecen mi abuelo José, mi abuela Trinidad, mi padre.
El poema más largo está dedicado a tu papá. ¿Cuál dirías que fue su papel en tu vida?
Fundamental. Tuve un padre muy presente. Creo que buena parte de lo que ha implicado mi vida profesional tiene su raíz en la pasión de mi madre por la Historia y la de mi padre por la cultura en general.
Y luego está tu abuelo Pepe.
Sí. Y en ese caso se trata de un recuerdo construido en buena medida a partir de lo que mi mamá me ha contado de él. Curiosamente ella me ha dado muchos más detalles de quién fue ese hombre que mi papá mismo. Él fue profesor de inglés de varias generaciones. Era un tipo brillante que perfeccionó su dominio de la lengua inglesa escuchando la radio de onda corta y los audiolibros. Hasta desarrolló un método para aprender los verbos irregulares. Todo un personaje. Lo conocí poco dado que murió cuando yo rondaba los dos años. En cambio, la imagen de mi abuela Trinidad se construye a partir de la observación de sus quehaceres cotidianos.
Hay poemas amorosos, hay poemas reflexivos…
Sí, y de contemplación también. En Preludio del alba hay incluso un poema que se llama “Oración” y justamente es un intento por conectar con la idea de la divinidad. No digo que sea un poema religioso como tal, pero sí acerca de la fe. Hay poemas de amor y también de desamor. Hay hasta un par de poemas inspirados en sueños.
¿Por qué Preludio del alba?
Los poemas que integran esa segunda colección no tienen tanta carga memorística, son más poemas inspirados en momentos específicos en los que me permito divagar e imaginar más. Algunos poemas hacen referencia a lugares como: Monterrey; Ococingo, Chiapas, Barcelona, pero en términos generales hago mención de sitios más abstractos: el mar, la montaña, o la idea del limbo, por ejemplo. Me gusta pensar que el alba es ese momento en el que todo cambia. Cuando amanece la iluminación del paisaje se transforma, igual que en el atardecer. Los ruidos del mar son distintos, las actividades de los animales son otras, de todos los animales. En ese cambio de ritmo me parece que es como si se preparara el acontecer del mundo. La idea es tratar de captar ese instante en el que todo está por suceder. Y, bueno, el otro día pensaba que Efraín Huerta, quizás nuestro poeta guanajuatense más relevante, tiene un libro titulado Los hombres del alba. No sé si inconscientemente quise rendirle homenaje.
¿Por qué escribes poesía?
Creo que es el ámbito en el que me siento más cómodo. He tratado de escribir novela y cuento, pero no ha terminado de funcionar, así que ha sido un poco por descarte. Pero, ya puestos, quizás si supiera tocar un instrumento me gustaría hacer canciones. Muchos dirían que es más difícil escribir un poema que un cuento, pero no es necesariamente así.
¿Es difícil leer poesía?
No creo que difícil sea la palabra, creo que puede ser retador. Cuando tenía como 17 años empecé a leer poesía con más frecuencia y no siempre «entendía» todo, pero insistía, había algo que me llamaba de los poemas. El tabasqueño Carlos Pellicer fue una luz en ese camino porque sus poemas hablan de cuestiones pictóricas, los paisajes, los colores, los árboles, el mar de una manera a la vez imaginativa y cotidiana. Leyendo sus poemas me di cuenta de que la cuestión era ir buscando una voz, un tono adecuado pero que todo o casi todo se podía decir en versos. Después he leído alguna cosa de la poeta estadounidense Adrienne Rich, por ejemplo, y he comprobado que el poema puede ser un recipiente en el que cabe cualquier tema. Ya la cuestión de cómo lograr decirlo de forma armónica, que se pueda leer en voz alta y suene bien, que mantenga un ritmo, que las palabras fluyan…eso es lo complicado.
Platícanos sobre el reconocimiento Itacatl, de qué trata.
Es un proyecto en el que participa Pooling, una empresa de construcción basada en San José Iturbide que apoya a autores emergentes patrocinando ediciones de libros mediante un consejo editorial. A mí me llegó la convocatoria y mandé una muestra de mi trabajo. De ahí se comunicaron conmigo para decirme que les gustaban mis poemas, y fue tomando forma el libro. Gato tuerto se encargó de la parte del diseño e impresión.
¿Cuándo presentas en Salamanca y dónde?
Pues yo espero que se logre a más tardar en febrero de 2022. Estoy en pláticas con las autoridades municipales para que pueda ser en la Casa de la Cultura. Para mí sería muy significativo porque parte de mi infancia transcurrió en el centro, y el exconvento de San Juan de Sahagún es un espacio al que le guardo mucho cariño.
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