Por Leonor Tornero Rueda 

 En esta edición queremos hacer un homenaje a la vida y obra de un gran amigo y mentor, Raúl Ortiz García; notario y empresario connotado, quien siempre mostró su compromiso y amor a Salamanca. 

Nació el 16 de julio de 1938, en CDMX por circunstancias del destino, pues sus padres Margarita García Sanabria y Antonio Ortiz Alcantar decidieron migrar a la capital del país en búsqueda de un mejor porvenir, sin imaginar que aquella decisión sería el inicio de un gran futuro familiar. 

Con una mano adelante y otra detrás, el matrimonio Ortiz García rápidamente fue adoptado por el mundo artístico gracias al oficio de sastre que Don Antonio ejercía; un talento que fue apreciado por artistas como Jorge Negrete y Pedro Armendáriz, a quienes hacía sus trajes de charro. 

“Nos venimos en 1940. Una vez que reunió un capital, decidió regresar a Salamanca y comprar una propiedad en la esquina de Juárez y Vasco de Quiroga, adaptándola para lo que fue el Hotel Juárez, mismo que recibió junto con el Hotel del Bajío, de la familia Navarro, a todas las familias que venían a trabajar a Petróleos, provenientes de Madero, Tampico y Poza Rica”. 

El Hotel Juárez fue el centro de reunión social por excelencia, sede del Club de Leones y el preferido para celebrar las bodas y XV años de la época; dentro de sus instalaciones, contaba con 40 habitaciones, alberca, vapor, salón para eventos, restaurante y bar. 

Constituido como una empresa familiar, Ortiz García grabó los recuerdos del Hotel Juárez en su corazón, sin pensar que a futuro replicaría la historia, tras un viaje que hizo a las olimpiadas, en Alemania, donde nació la inquietud por tener su propio hotel, inaugurando la primera etapa de Aliana Hotel y Suites un 15 de mayo de 1982.  

“Me ofrecieron el terreno de la esquina y lo compré, me surgió la idea de hacer unos departamentos amueblados con servicio medio hotelero, las 20 habitaciones que tenía se llenaron, tuvieron mucho éxito. Aliana es un hotel muy reconocido en el Estado, de estilo clásico; la decoración está a cargo de mi esposa y la arquitectura es casi mía, ha colaborado mucho conmigo el arquitecto Luis Vargas y el ingeniero Juan Morales Hernández”.  

Para 2005 inició la construcción de Aliana Express, un nuevo hotel con enfoque ejecutivo que ha sido sede de diferentes eventos empresariales. 

Como abogado y notario público, Raúl Ortiz García siempre se distinguió por su intachable proceder, otorgándole la oportunidad de asesorar y prestar sus servicios a empresas como CFE, Banco Unión SA, PEMEX, STPRM, Bancomer, Banamex, entre otras. Así como ser miembro de la Barra de Abogados de Salamanca, el Colegio de Notarios de Salamanca, la Asociación Estatal del Notariado Guanajuatense y la Asociación Nacional del Notariado Mexicano. 

Su profesión le permitió reforzar su espíritu filantrópico, apoyando de manera gratuita la constitución de varias organizaciones sin fines de lucro con la finalidad de sumar aquellas causas nobles como fue el caso de varias corporaciones de Bomberos del Estado.  

Asimismo, fundó la Asociación de Empresarios y ejecutivos de Salamanca AC, presidiendo dicho organismo en el ejercicio 1987-1988, a través de la cual sembró la semilla del compromiso y lealtad de los empresarios locales para el desarrollo de Salamanca, una ardua labor que no fue sencilla pese a que siempre predicó con el ejemplo.  

Aferrado a sus sueños, desde adolescente persiguió su afición por el agua, logrando ser campeón estatal de natación, en 1958 y preseleccionado para representar a México en los Juegos Centroamericanos de Costa Rica; una experiencia que alimentó su espíritu competidor para incursionar en la motonáutica, participando en varias ediciones del Maratón Internacional del Río Balsas que lo llevaron a ser campeón nacional por tres años consecutivos desde 1978, hasta 1980.   

Un hombre multifacético que también supo disfrutar su vida con intensidad; así como disfrutaba viajar por el mundo y traer nuevas ideas, amaba la gastronomía tradicional salmantina, siendo sus mayores antojos los tamales y enchiladas; de espíritu musical, en sus momentos de mayor creatividad o lectura, elegía la música clásica, en especial al compositor italiano Ennio Morricone o el contrabajista de Jazz, James Last. 

Como hombre de familia, fue un esposo y padre ejemplar que siempre veló por la seguridad e integridad de los suyos: “Hay dos momentos para mí sagrados, el momento antes de dormir, debe de ser un momento dulce, tranquilo que te de paz y en la sobremesa, una idea positiva, siempre viene de ahí”. 

Ortiz García fue un hombre de esencia filantrópica, que se caracterizó por su servicio y entrega a los demás, siendo su mayor debilidad el amor por su familia, Salamanca y el mar.  

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