Por Valeria Arroyo Martínez, Coach de Vida.
La gestación es el inicio de todo, donde mamá y bebé interactúan continuamente; en esta etapa importa cada emoción, pensamiento, relación, alimentación, estrés, ejercicio, comunicación. Carl Gustav Jung dice: “el bebé no es un papel en blanco para ser escrito, él viene con su historia”.
Y la historia del bebé es la cultura de su mamá. Lo único que la madre tiene en común con su hijo, es que ella antes de ser madre, fue hija y ella traía una historia desde su gestación.
Desde esta perspectiva, nuestra madre determina como somos y se transmite de generación en generación. ¿Cómo sucede? A través de los programas inconscientes aprendidos de los sistemas en los que se encuentra inmersa, primeramente, el familiar.
Los pensamientos, emociones y acciones de mamá, tienen una vibración divina, es así como nos conecta con la vida. Bert Hellinger refiere lo siguiente: “el que está en conexión con su madre brilla, tiene una expresión de alegría y es amado por otros, eso se nota fácilmente; cuando uno viene y dice que no está feliz, entonces yo pregunto por su madre, por su relación con su madre”.
Todas las mujeres nos encontramos conectadas a la educación humana. Y en especial las mujeres que son madres, desarrollan más esta educación. Las madres tienen el poder de transformar y evolucionar a la sociedad. Ser madre es abrir la consciencia a la transformación de la cultura. Nuevas formas de alimentarse, de pensar, sentir, hacer, pero sobre todo de ser.
Y esto se logra con el viaje interior de cada mamá, el viaje donde se vuelve a uno misma para cuestionar los programas aprendidos, indagarlos, sentirlos y sanarlos.
¿Sencillo? Para nada. El viaje interior, es el único viaje que garantiza la felicidad, la paz interior y la conexión con la vida; transforma los programas inconscientes (cultura) y la visión donde se desarrollan las habilidades y competencias para la vida.
Ese es el poder de ser mamá, convertirse en su mejor versión, para ser felices y como efecto sus hijos también lo sean y a través de ellos, la sociedad también lo sea. ¡Qué maravilla!
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